Este documental aborda la memoria de cuatro personas mayores, cuyas vidas han sido marcadas por los ríos, lagos y canales de la Ciudad de México, cuando estos cuerpos de agua todavía atravesaban el área urbana, antes de ser reemplazados por capas de concreto. A través de las miradas de aquellos que vivieron esta transformación profunda, queremos narrar cómo hemos convivido con el agua en esta ciudad. La narrativa multivocal configurará un mapa de la memoria evanescente de nuestros personajes, yuxtaponiendo historias cotidianas de la desaparición del agua en la ciudad de México.
Alma Maceda (94 años) Sus padres migraron del Puerto de Veracruz por razones de trabajo, para establecerse en la Ciudad de México en la recién creada Colonia Roma, situada frente a las orilla del Río de la Piedad, convertido más tarde en el Viaducto entubado. Ahí rodeados de aromáticos árboles de eucaliptos ella y su hermano jugaban lanzando barcos de papel al río que en época de lluvias sus cauce desbordaba, inundando y creando avalanchas de lodo que arrastraba todo lo que encontraba a su paso.
Facundo Rodríguez (91 años) Músico y pescador de la antigua isla del Peñón de los Baños, de niño ayuda a su padre a pescar, cazar patos y colectar ahuautle en el lago de Texcoco que al desecarse dio cabida a ejidos, después a colonias y a el aeropuerto con sus aves metálicas. De joven solía jugar con sus amigos en los arroyos de agua llovediza que bajaban del cerro del Peñón donde hoy está emplazado el Metro Oceanía. En la actualidad es vocero de las tradiciones del Pueblo del Peñón de los Baños
Amalia Salas (83 años) Sanadora, cocinera tradicional y activista social por la conservación del maíz y el agua, desde niña navega por los canales de Xochimilco donde ha experimentado la trasformación de Chinampas en casas y canchas de fútbol. Sus dones de curación y conocimientos sobre la tierra los adquirió de su abuelo, convirtiéndose hoy en día en vocera de su comunidad, preocupada por la perdida de las costumbres, por lo que participa en espacios compartiendo su experiencia.
Ignacio Olvera (90 años) Nació en Rancho Lagunilla Guanajuato de donde a los 20 años por escasez de agua migra a la ciudad de México, para establecerse en Chimalhuacan, como uno de los primeros pobladores del seco Lago de Texcoco, testigo de la creciente urbanización que no respeta fronteras, cuenta como las aguas de lluvias reclaman su terreno e inundan varias colonias. Después de varios trabajos, conoce las aguas medicinales del Peñón donde se trabaja como bañero y masajista.
A la mama de mi abuela Alma, mi bisabuela Clementina le decían la Sirena por que se metía muy hondo a nada en las playas de Veracruz... Pero dejaron el mar y migraron a la ciudad México, donde Alma creció en las orillas del Río de la Piedad siendo testigo de como las corrientes de sus aguas llovedizas se fueron por un tubo y se convirtieron en torrentes de autos, para darle la bienvenida al Viaducto Piedad.
Ignacio deja su montaña en Rancho Lagunilla Guanajuanto, donde el agua era escasa, para buscar una mejor vida y construirse una casa en la Ciudad de México, descubre como lograra...
Facundo es músico y cazador de la antigua isla del Peñón de los Baños, descubre a través de su mirada como era el Lago de Texcoco antes de convertirse en el Aeropuerto de la Ciudad de México.
En el Pueblo de Axotlán, ubicado en Cuautitlan Izcalli Estado de México, sus habitantes “los raneros” están tratando de rescatar de los desarrolladores inmobiliarios, la laguna que les da identidad como comunidad.
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